-¿y?
Ambos chicos estaban sentados en la cama, con piyamas y
mucho frió
. Hace un par de semanas sus padres habían decidido que ya era
momento de que los prometidos llevasen una vida más cercana obligándolos a
dormir en la misma habitación.
El viento soplaba haciendo sonar el vidrio de las ventanas y
calándose en la habitación por las pequeñas rendijas de la casa.
-akane estas temblando-Ranma se acercó más y la acurrucó
entre sus brazos, con los músculos tensos de frio.
-no puedes dormir en el futon esta noche Ranma, pronto
comenzara a nevar y no tenemos calefacción, morirás congelado en el
suelo-llevaban un buen rato con la disyuntiva, tenían prohibido dormir aun en
la misma cama pero de igual forma los encerraban juntos todas las noches, akane
temblaba aun en brazos de Ranma… -nadie se va a enterar-ante la negativa del
chico Akane cedió al cansancio y se acostó en su cama, enrollándose en las
cobijas. Ranma se recostó en el suelo como todos los días, cubriéndose con el
viejo futon. Quería atreverse, abrir la cama y abrazar a Akane hasta el
amanecer pero no había forma de que lo hiciera, después de todo, no se atrevía
ni a besarle, o más aun a hablar de sus sentimientos. Nadie tenía que saberlo y
tampoco es como que les importara mucho, todos andaban preocupados de sus
propios asuntos últimamente, habían pasado dos años desde que Ranma llego al
hogar de los Tendo y todos asumían la relación de la hija menor con el heredero
Saotome.
El reloj de pared dio las dos de la mañana y Akane no podía
dormir con el castañeo de dientes del chico, aun no nevaba pero la helada
carcomía los huesos, maldijo a Nabiki por haber vendido la calefacción, se armó
de valor y bajo de su cama para recostarse con Ranma en el suelo, jalo todas
las cobijas y se abrazó a su prometido para cubrirlo también.
-si serás estúpido, estas hecho una piedra-la chica
introdujo sus manos tibias por debajo de la camisa de Ranma, friccionando para
calentarlo un poco, haciéndolo estremecer.
-A...Akane, basta.
-estás loco, un poco más y te vuelves un trozo de
hielo-envolvió las piernas del muchacho con las suyas y se recostó suavemente
en su pecho, apretándolo contra sí. El trataba de mantenerse estático,
cualquier movimiento podría desencadenar la catástrofe y ella se daría cuenta
de aquel creciente bulto en su entrepierna, no podía evitarlo al estar tan
cerca de ella y sabiendo que cada día su relación marchaba más en serio… la
vergüenza le pateaba en el estómago y le recordaba que probablemente Akane solo
hacia esto como una excepción y cualquier propuesta podría faltarle el respeto,
el contrataste del frió le hacía sentir la sangre caliente corriendo por todo
su cuerpo… las piernas de la chica recorrían los muslos tensos de Ranma,
subiendo un poco más, sintiéndolo finalmente.
-Ranma… -exclamo apartándose, sonrojada.
-¡tú lo provocaste!-trato de cubrir con la almohada aquel secreto, pero el momento de decir la
verdad había llegado… -siempre haces lo mismo ¡maldita sea, Akane! Acaso eres
ciega de verdad, que no vez que estas semanas no he podido pegar un ojo,
sabiendo que estas tan cerca… que estamos tan cerca de…
La chica volvió a acercarse y callo los repentinos gritos de
Ranma con un beso, explorando su boca con una lengua tímida, jugando con su
trenza entre las manos. Él no pudo más y se abalanzó sobre ella, sobre las
cobijas arrugadas, correspondió el beso con una pasión contenida desde hace
años, presionando el cuerpo de la Akane, paseando su boca desde los labios a
los pechos de la chica, saboreando su piel clara, sintiendo la fricción entre
ambos. Tomo las muñecas de la chica, apretándolas fuerte, inmovilizándolas,
mientras con la otra mano se internaba dentro de las pantaletas de la peli
azul, jalando los pantalones y rompiendo su ropa interior y todo lo que
estorbase entre sus cuerpos. De pronto se encontraron desnudos sin que nada
pudiese separar al punzante miembro de Ranma de su cometido.
-Akane, no puedo esperar a que estemos casados… voy a
hacerte mía, ahora.
-Ranma no, no podemos- pero ni siquiera, la frívola y
descariñada Akane podía resistir, sentía palpitaciones donde nunca antes había
sentido nada y un calor le invadía el vientre al ver la cara de su prometido,
su cabello revuelto y sus abdominales cubriendo su propio cuerpo.
-no es una pregunta-
De una sola embestida se internó en el cálido interior de
Akane, soltando un jadeo salvaje, apretando las caderas de la chica, quien se
mordió los labios para no gritar de dolor, algunas lágrimas cayeron por sus
mejillas, pero nada importaba en ese momento, nada más que Ranma
El chico seguía moviendo sus caderas de forma rítmica, sin
dejar de besar ninguna parte del cuerpo de su novia, sin dejar de mover sus
manos frenéticas, sedientas de más placer, Akane subió las piernas
envolviéndole las caderas y se aferró a su espalda cual gato asustado, su
cuerpo se estremecía ante cada estocada un poco más, de pronto no eran suspiros
de dolor los que salían suavemente de sus labios, de pronto quería sentir más
de lo Ranma le estaba dando.
El ritmo aumentaba cada vez más, cada vez más dentro, cada
vez más cerca. Ranma se impulsaba contra el piso y escondía su rostro en el
cabello azul de Akane, jadeándole al oído para que nadie los oyera.
La chica sintió todo en plenitud, los segundos se pararon y
una electricidad recorrió todo su cuerpo, trato de callar pero su cuerpo no le
respondía y un suspiro profundo broto de su garganta, Ranma levanto la cabeza,
sus ojos se perdieron al ver a su novia llegar al máximo, con una última
embestida cedió al placer y se recostó sobre el pecho húmedo de Akane Tendo.
Se durmieron como dos niños, abrazados y mojados. Había
comenzado a nevar afuera, pero ninguno de los dos sentía frió.